Cosas que escribí mientras Jorge no me miraba


Cuando me quitas la mirada y mis ojos se ausentan de los tuyos, pienso, dos nombres y dos apellidos posees Jorge, aun así insisto en cambiártelos. Los altero, y después le agrego otros nombres, más mi apellido. Haciendo una mezcla que para mi , es más que perfecta. Me gusta cuando no me miras, porque así puedo entenderte mejor. Me gusta ese espacio vació lleno de ti cuando te veo desprevenido, con la mirada perdida en otro lado, en el que estas como ausente. 

 Cuando te recuestas en mis piernas y me quitas la mirada y mis ojos se ausentan de los tuyos, pienso, contigo mis pulmones respiran mejor y mi corazón late, late muy fuerte. Sobrevivo y río con facilidad a esta lucha diaria. Mientras mis dedos juegan con tu cabello negro, trato de hacerte un cuento. Uno corto. En el que puedas sentirme cada vez que te vayas a dormir. 

Cuando estamos discutiendo y me quitas la mirada y mis ojos se ausentan de los tuyos, pienso, tengo miedo de haberte herido, de haber roto lo que nos une y que me odies. En el silencio de tus palabras, te escucho. Tengo miedo a que no vuelvas, a que me olvides. Miedo de mí.

Cuando estamos acostados y me quitas la mirada y mis ojos se ausentan de los tuyos pienso, me gusta tu espalda y su anchura, quisiera aprenderme de memoria cada lunar, cada marca, cada vello. La cama con olor a nosotros me hace reflexionar. Me gusta que me arrulles y me prometas la vida eterna. Te miro dormir tranquilo y sigo el movimiento de tu respiración y me relajo. Respiro profundamente, puedo olerte, intento tragarme tu esencia, mantenerla en mis pulmones y conservarla para esas tardes solas. En donde no hay mar, en donde no hay Jorge, en donde no hay amor. 


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